La lactancia es un periodo vital para el desarrollo del bebé. Sin embargo, no todas las mujeres lo pueden afrontar de igual manera, ya que cada una de ellas presenta unas características físicas y orgánicas totalmente diferentes.
La Organización Mundial de la Salud recomienda extender esta práctica durante los dos primeros años de vida del bebé, pero la realidad es que en muchos casos no es posible cubrir todo este tiempo por distintos motivos.
En cualquier caso, en los seis primeros meses tras el parto sí es conveniente que el bebé solo se alimente a partir de leche materna, y para ello hay que poner a disposición de la madre todas las comodidades al alcance. Una vez pasado este tiempo ya sí se puede alimentar al bebé con otros alimentos, aunque no está de más continuar con el amamantamiento.
Con el objetivo de que sea cómodo, la industria de la puericultura ofrece productos de descanso y confort que invitan a una lactancia más cómoda, como por ejemplo el cojín de lactancia cómoda o la almohada de lactancia. Con estos artículos de descanso, la producción de leche será más agradable y el momento de que el bebé succione el pezón, mucho más cómodo.
¿Cómo amamantar a un bebé?
Cuando un bebé se alimenta a base de leche materna, ya sea exclusivamente mediante esta fórmula o bien con una mayor diversificación de productos, es vital buscar la comodidad de la madre. De hecho, al alcanzar una postura confortable es más probable que el bebé tenga un agarre profundo al pecho y se nutra perfectamente.
Por otra parte, esto reduce la sensación de molestia en el pezón, el dolor de espalda, la mastitis y otros problemas que desaniman a las madres a continuar amamantando a sus bebés. No obstante, la comodidad en este proceso no es fácil, ya que las mujeres que experimentan un embarazo y un parto sufren consecuencias físicas que se traducen en una mayor carga sobre el sistema musculoesquelético: más peso, posturas inadecuadas y relajación de los ligamentos.
Se estima que hasta el 20% de las madres continúan con dolores en la espalda hasta tres años después de dar a luz. Estas sensaciones molestas se presentan con mayor intensidad en los primeros meses después de dar a luz. Anatómicamente las mujeres padecen una disfunción de la articulación sacroilíaca, lo que puede ser una fuente de dolor lumbar.
De ocurrir este fenómeno, la madre se verá incapacitada para mantener a su bebé y tendrá más dificultades para dar de mamar. En resumen, no solo es que tenga problemas para amamantar, sino que puede dificultar el contacto necesario entre madre y bebé que refuerza los vínculos afectivos. Para hacer frente a estas situaciones, desde Babies and Kiddies nos proponen los siguientes consejos.
Postura, frecuencia y duración de las tomas
En el momento de las tomas el bebé debe tener la boca abierta unos 180 grados, con los labios invertidos, para abarcar toda la areola y amplia la superficie de succión. No es recomendable hacer la pinza con los dedos para que salga más leche, ya que esto puede obstruir algunos conductos.
El bebé debe estar situado de tal modo que el pezón le quede a la altura de la nariz o del labio superior y hay que aproximarlo al pecho, y no al revés. En cuanto a la postura más tradicional, lo habitual es que las barrigas de la madre y el lactante se toquen.
Hay que amamantar al bebé siempre que lo solicite, no hay horarios predeterminados, aunque se van adquiriendo ciertos hábitos. Si son bebés muy tranquilos conviene despertarlos cada tres o cuatro horas y ofrecerles el pecho.
¿Es aconsejable usar un cojín de lactancia cómoda?
Conocido por distintos términos: cojín de lactancia cómoda, almohada de maternidad o almohadas para amamantar, este elemento de soporte tiene como objetivo facilitar la toma de leche materna por parte del bebé.
Con él los dos protagonistas: bebé y madre, ganan en confort y se reduce el riesgo de que haya un mal agarre al pezón, especialmente en los primeros días. Las almohadas de maternidad, como podemos observar en babies and kiddies, deben ser cómodas pero firmes, para que el bebé no se hunda.
A la madre le ayudan a descargar parte del peso, ya que no siente tanta carga en brazos, hombros y cuello. Su uso se aconseja especialmente en madres que han sufrido una cesárea. Asimismo, al tener que alimentar al bebé de manera frecuente cada día, esto implica un trasiego continuo sosteniendo y agarrando al recién nacido, ya que su cabeza es aún muy maleable y los brazos de los adultos más rígidos, sostenerse sobre un cojín evita en muchas ocasiones la plagiocefalia posicional o síndrome de la cabeza plana.
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