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Decorando el cuarto del pequeño: Los estores como mantos de protección

Decorar una habitación es difícil, especialmente cuando la persona que habitará ese espacio del hogar es un niño. Incluso los colores de las paredes tienen un componente psicológico que influye en su configuración mental. Y del mismo modo, en busca de la luz y de espacio, la elección de los estores infantiles más adecuados se convierte en un elemento primordial.

Asegurando el descanso

Decorar las habitaciones de los más pequeños de la casa es siempre un asunto que acarrea muchas dudas. Se trata de una serie de decisiones que de ningún modo pueden tomarse azarosamente, ya que incluso el color de una pared puede influir de una forma u otra en las percepciones de la infancia. En ese sentido, la psicología del color estudia cómo afecta un color u otro a los sentidos, siendo claramente destacable la importancia de la luminosidad que ello confiere a un cuarto para niños. Y, junto a ello, además de todo cuanto adorne sutil o cargadamente dicha habitación, los estores cobran una notoria relevancia.

Los estores son una cortina de una sola pieza que se recoge verticalmente, elemento francamente útil, especialmente si el artículo es enrollable, lo que facilita sobremanera su limpieza y recogimiento. Del mismo modo, y como lo admiten los estores infantiles de Cortina Ideal, el material de su confección es capaz de asegurar un buen descanso. Persiguiendo que su tela permita tanto dejar pasar toda la luz, como atenuarla, según las preferencias sensoriales que sutilmente un niño construye sobre su entorno. Pudiendo escoger entre un amplio abanico de distintas gamas que abarcan desde diseños con dibujos, hasta estores más minimalistas.

Los estímulos de una habitación infantil

Los niños son criaturas en constante absorción del vastísimo conocimiento que el mundo inagotablemente irradia. Con ello, su sensibilidad a ciertos factores, a menudo triviales o superficiales para los adultos, precisa de una gran responsabilidad en circunstancias como lo son la elección de una decoración temática y, como se ha indicado anteriormente, el color de una pared. Cabe mencionar que, a pesar de la tendencia ya anticuada de designar un color según el sexo, los colores claros son los que aportan una mayor luminosidad y sensación de amplitud. Una característica indiscutiblemente necesaria para que el niño esté perfectamente cómodo en su cuarto. 

Por otro lado, los estertores, y además de ser un detalle decorativo y práctico que

marca grandes diferencias e incluso cambios de atmósfera en su espacio, tienen un subyacente poder de atracción. Basta con dejarlos oreando al viento, configurando su juego de repulsión y proyección de la luz que trasluce su diseño, para entretener a un niño y fomentar su imaginación. Sirviendo, como añadido, de aquellos amuletos de la infancia que, por simple que fuera su función, contribuyeron a aportar relajación al segundo hogar que ocupa el niño dentro de una casa. En conjunto, durante la búsqueda de una harmonía cromática y decorativa que transmita paz al sueño y a la vida.

Del mismo modo que el color de una habitación influye en un niño, la organización de todos sus componentes también contribuye a su mejor gestión mental. Si bien los estores rebajan la desmesurada información que irrumpe en un cuarto a través de una ventana, lo que puede ser a veces estresante, el resto de objetos y juguetes precisa de una buena distribución. En ese sentido, contar con cajas y recipientes donde almacenar los tesoros de un niño es beneficioso. Tanto para la salud mental de los padres, quienes en muchas ocasiones irán de cabeza debido al desorden, como para una mejor noción de libertad de espacio para el niño.

Un espacio sujeto al cambio

Cuanto al plan general de diseño de una habitación para los pequeños, sea o no temático, existen infinitas opciones. Desde decoraciones íntimamente personalizadas para barnizar el cuarto con la floreciente identidad del niño, hasta estilos nacidos de otras culturas que pueden ser un gran estímulo para el descubrimiento. Al fin y al cabo, lo primordial es la seguridad, la amplitud y la luminosidad. Tres pilares que aseguran una buena disposición en un tipo de habitación que, a pesar de los grandes cambios que presentará durante el crecimiento de su huésped, no será más que el búnker y palacio personal de un futuro adulto.

Por ese motivo, hacer de la habitación de un niño su rincón más amado y agradable es esencial. Del mismo modo que los padres trabajan en su estilo doméstico con gran ahínco y a lo largo de mucho tiempo, el espacio infantil requiere de la misma precisión y delicadeza. Hasta que el niño crezca y modifique sutil o sustancialmente su propio cuarto, tanto cubriendo las paredes con pósteres y fotografías, como recurriendo a paneles japoneses o lamas verticales en las ventanas.

Sea cual sea la elección, paterna o infantil, decorar una habitación para niños no es moco de pavo. Los diseños a escoger son muy diversos, pero al final será el niño y su edad quien tomará el control. Pero por ahora, nada mejor que asegurar lo mejor para el bienestar y la salud de nuestros pequeños. Con ejemplos al uso tan sencillos como unos estores de calidad que alberguen en su luz la génesis de los recuerdos.  

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